jueves, 7 de noviembre de 2019



D. Juan Vázquez de Mella


EL ÍNCLITO DEFENSOR DE ESPAÑA, DON JUAN VÁZQUEZ DE MELLA

Hasta la presente hemos ido ofreciendo algunos artículos dedicados a eminentes antimasones españoles, pero los hasta ahora tratados eran obispos y religiosos. Es hora de ilustrar sobre la acción de los seglares -pues no son pocos de ellos los que han servido con excelencia a la causa-. Y queremos empezar por uno de los hombres más grandes que tuvo España, D. Juan Vázquez de Mella y Fanjul (1861-1928). Filósofo, escritor y orador de cualidades tan grandes que le valieron el título de "Verbo de la Tradición", temido y admirado por sus contrincantes, muchos de ellos masones. Juan Vázquez de Mella fue uno de los políticos españoles de su tiempo más inteligentes y, por eso mismo, tuvo un muy cabal y certero conocimiento de los efectos de la masonería en nuestra historia.

Fue diputado a Cortes desde 1893 hasta 1916. A lo largo de toda su carrera política mostró estar absolutamente convencido de la importancia que tenía la masonería en la derrota de nuestra historia, hasta tal punto que presentó una petición a las Cortes. En dicha petición el filósofo y político católico solicitaba de las Cortes la ilegalización de las logias, mientras las declaraba traidoras a la Patria y -cuestión nuclear- abogaba por evitar que los masones ocuparan cargos públicos, pues era notorio que los adeptos que los ocupaban habían llegado a ellos aupados por la secta y, una vez encaramados en esos despachos, servían con mayor celo a la secta que al bien público.

En 1896 D. Juan Vázquez de Mella fue uno de los participantes que más interés concitó y que más aplausos mereció en el Congreso Antimasónico de Trento. Este Congreso fue convocado por la "Ligue international antimaçonnique", bendecido por Su Santidad León XIII. El Congreso fue inaugurado en la iglesia de Santa María la Mayor de Trento, el día 26 de septiembre de 1896. D. Juan Vázquez de Mella intervino de forma magnífica, llegando a su apoteosis cuando, el día en que se clausuraba el encuentro internacional, el periodista italiano Pedro Pacelli solicitó una ovación para el político español por su valentía al presentar a las Cortes españolas la petición, a la que más arriba hemos aludido, de retirar a los masones de los puestos públicos, declarando a la masonería como fuerza facciosa y traidora a España. En el Congreso se atendió a esclarecer la doctrina masónica y descubrir su acción y también se estudió la mejor forma de combatirla, optándose por la oración y la acción propagandística antimasónica. En ese sentido se animó a los participantes de las delegaciones respectivas a divulgar la esencia y procedimientos de la organización revolucionaria para advertencia de incautos.

Durante la Gran Guerra, la germanofilia de D. Juan Vázquez de Mella, sustentada en su concepción geopolítica y filosófico-histórica de España, lo posicionó frente a los postulados aliadófilos de D. Jaime de Borbón. Aquel desencuentro provocó que Vázquez de Mella rompiera con el carlismo dinástico al que tan digna y lealmente había servido, pero no cejó su empeño patriótico y católico y vino a fundar, el año 1918, el Partido Católico Tradicionalista.

Los planteamientos políticos de D. Juan Vázquez de Mella hunden sus raíces en el ponderado estudio de la Historia de España, interpretada en clave católica y tradicionalista. El prohombre del tradicionalismo español se nos presenta como celoso defensor de las particularidades regionales de España contra el liberalismo centralista y uniformista, inorgánico y extraño. Las singularidades regionales habrían de ser armónicamente articuladas en la unidad nacional, coronada por una monarquía tradicional (ni absolutista ni parlamentaria). Vázquez de Mella era partidario de una democracia, digamos que básica, la que se concreta en las saludables instituciones naturales que son la familia, el municipio y la región. Y denunció con valentía, como el más esforzado, el caciquismo liberal del tándem Cánovas-Sagasta, con su farsa electoral y esa apariencia de democracia que contradecían los hechos.

En cuanto a la masonería, Vázquez de Mella hizo de ella una de las principales causas de la decadencia española:

"La masonería ha sido, desde el siglo XVIII, el gran motor de las revoluciones del XIX y del XX, y el judaísmo es el gran director de la masonería. La logia no es más que la antesala de la sinagoga ... Ya en las cartas que publicaron los primeros historiadores sobre los orígenes de la masonería aparece su filiación judaica ... Esta sucursal judaica tomó una gran parte en la iniciación de la guerra europea, en su desarrollo y término y en lo que ahora se llama "postguerra" [se refiere a la Gran Guerra del 14, Primera Guerra Mundial, según la historiografía típica]." ("Obras Completas", Tomo XIII, pág. 249).

A juicio de Vázquez de Mella, la masonería y el judaísmo son indisociables.

"La logia masónica es el atrio de la sinagoga. De los consistorios israelitas ha salido la masonería, como lo demuestran, con datos abrumadores, los historiadores modernos de la secta, y como lo revelan los símbolos, desde el templo, la hoja de acacia y el triángulo, hastas los nombres que reciben los principales dignatarios de su jerarquía". (Pensamiento Español 28 de febrero de 1920, en "Obras Completas", Tomo III.)

Vázquez de Mella coincide con los mejores estudiosos de la masonería cuando establece la relación que ésta guarda con el judaísmo. Con el tiempo, esta interpretación no ha sufrido apenas rectificaciones, pero sí que esta fórmula se ha convertido en un tópico -incluso en un tabú que parece que no pueda ni siquiera pronunciarse. La maestría que tienen para inducir a la opinión pública está puesta fuera de toda duda. Han conseguido, con su propaganda, que la más leve sugerencia que se haga de ese nexo suscite una sonrisa.

Borraremos la sonrisa de los labios de esos necios -y lo haremos, no le quepa duda a nadie: sine ira et studio- cuando llegue el momento de demostrar que lo que Vázquez de Mella afirmaba se ve declarado por los mismos interesados. Para demostrarlo no recurriremos a la autoridad de los estudiosos antimasones tradicionales (a cuyos análisis siempre se les puede acusar como viciados por su antimasonismo); no, acudiremos a fuentes estrictamente masónicas. Traeremos a capítulo textos elocuentísimos que corroboran este aserto.

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